Viajar a Beijing

Mientras estábamos preparando nuestro viaje a China leímos tantas cosas malas, que parecía que todos los que iban a China tenia malas experiencias y que China era un caos total. Sinceramente estaba preparada para lo peor, la gente decía que en China todo el mundo te quiere estafar, que hay scams por todo lado, que a los occidentales los miran raro, que las multitudes son insoportables al punto que no se puede caminar por la calle por la cantidad de gente, que los chinos son muy maleducados, que no hacen filas nunca, que te empujan todo el tiempo, que los niños hacen sus necesidades en la calle, que es un país sucio, que el metro es imposible de entender, que si no sabes mandarín no te puedes comunicar, en fin, parecía que China fuera el país menos desarrollado del mundo y yo me venia preparando mentalmente para un gran choque cultural y pensaba que iba a entrar a otro mundo desde la bajada del avión. La verdad iba con nervios y me cuestionaba ¿por qué carajos me estoy yendo a tremenda  selva? Ya que estamos viajando sin planes ni itinerarios, tenia como plan B pasar muy rápido por los lugares por donde quería ir y si la pasaba muy mal, tomarme un avión a Singapur o a Tailandia y escapar. Pero la realidad fue totalmente diferente…

Llegada a Beijing

Welcome to China

El aeropuerto en Beijing es súper moderno y muy grande. Tenia un poco de nervios de pasar migraciones porque no tenia un vuelo de salida y había leído que sin eso nos podían poner problemas, pero oh sorpresa, primero que todo los chinos estaban haciendo la fila, nadie nos miraba raro y el de migraciones me dejo pasar sin siquiera preguntarme por mi salida. Para buscar el equipaje hay que tomar un tren por 10 mins que te lleva hasta otra parte del aeropuerto, ¡así de grande es! Después de recoger nuestras mochilas necesitábamos sacar dinero y luego tomar un tren que nos llevara al centro, otra vez la gente hacia las filas y nadie nos empujaba ni nos miraba como bichos raros. El tren fue bastante fácil de tomar, hay señales en las paredes y en el piso en chino y en ingles. El boleto se compra en la maquina que tiene la opción de cambiar el idioma a ingles y al lado de cada maquina hay una persona que te ayuda por si tienes algún problema. Para entrar a cada estación de tren hay un chequeo de seguridad donde tienes que poner las maletas en un escáner y pasar por un detector de metales. Al llegar al centro de la ciudad teníamos que hacer combinación con el metro para llegar hasta la parada de nuestro hotel, para esto necesitábamos comprar un boleto de metro y como no teníamos dinero sencillo teníamos que comprarlo en la ventanilla. La persona que atiende la ventanilla no hablaba ingles y no entendía nuestro intento de decir el nombre en chino, pero si uno le muestra en el celular el nombre de la parada que necesita, ellos entienden fácilmente, y con los dedos le decimos que necesitamos dos boletos y ya, así de fácil es.

El metro en Beijing

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El metro en Beijing es bastante fácil de entender. En las maquinas para comprar boletos siempre está la opción de cambiar el idioma a ingles, se debe saber cual es la estación de destino porque primero hay que señalar la línea y luego la estación a donde se va, ya que cada parada tiene un precio diferente. Los boletos que se compran solo sirven desde esa estación hasta la estación que uno señala como destino, en el día de la compra del boleto, eso quiere decir que no se pueden comprar muchos boletos a la vez para ahorrarse tiempo. Hay una tarjeta pre-pago Yikatong” que uno puede comprar y ponerle dinero, esta tarjeta tiene un deposito de 20 yuan que es reembolsable en algunas estaciones.

El metro es eficiente, limpio y seguro. En cada entrada hay un puesto de seguridad para escanear los bolsos y las personas, así que no hay peligro de ataques en los metros. Todas las líneas están bien señalizadas y los nombres de las paradas están en mandarín y en Pinyin, es decir transcripción fonética del chino mandarín escrito en caracteres latinos que podemos leer. Además dentro del metro está el mapa de las paradas con una lucecita que te muestra en que parada estás y cual es la siguiente, así que no hay chance de perderse. Yo esperaba que el metro fuera insoportable, que estuviera siempre súper lleno y que no se pudiera ni respirar, pero si uno NO viaja en hora pico, el metro es como en cualquier otro lugar del mundo. Incluso muchas veces me pude ir sentada, además tienen pantallas con shows  que uno puede ir mirando para entretenerse. A la bajada, hay que mirar los mapas de las estaciones para ver cual es la salida que mas conviene, las estaciones son muy grandes y si uno sale mal puede terminar caminando un montón.

Como conclusión, al metro no hay que tenerle miedo, es la mejor forma de moverse por la ciudad, te lleva a todas partes rápidamente, es fácil de entender, muy limpio, moderno y seguro, y fuera de la hora pico, es muy cómodo.

La ciudad de Beijing

Cuando nos bajamos del metro fue nuestro primer contacto real con la ciudad. Respire profundo, abracé mi maleta y me prepare para entrar en la jungla como quien se prepara para saltar al vacío, y cual seria mi sorpresa cuando salí a la calle y me encontré con un lugar totalmente diferente a lo que me había imaginado. Primero que todo era muy tranquilo, no había mucha gente en la calle, habían edificios modernos, autos nuevos y las calles eran amplias y limpias. Caminamos unos metros y buscábamos el caos, pero no lo encontrábamos, me parecía un lugar bastante normal, con gente normal, con comportamientos normales. Lo que más me gustaba era ver la arquitectura y la escritura china en todos los lugares. Llegamos a nuestro hotel sin ningún problema, la persona que nos recibió hablaba buen ingles y el check-in fue fácil. El hotel era limpio y cómodo y nos sentimos en casa inmediatamente. Cuando salimos a caminar, lo primero que notamos es que habían muchos baños públicos, al menos uno cada dos cuadras, luego aprendimos que son los baños de las personas que viven en los Hutongs.

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Paseando en Beijing

Los siguientes días los pasamos paseando por la ciudad, los dos primeros días por los Hutongs, que son los barrios típicos más antiguos de la ciudad. Nuestro hotel estaba en Mao’er que era bastante pintoresco y nos gustaba caminarlo con calma, mirando cada cosa curiosa y buscándole todavía el lado malo a la ciudad, sin poder encontrarlo. Los chinos casi ni nos miraban, creo que los mirábamos con mas curiosidad nosotros a ellos que ellos a nosotros. La ciudad de Beijing es sorprendente, es muy moderna con grandes edificios y amplias calles, y además muy limpia, siempre hay trabajadores a toda hora del día limpiando las calles. También es muy segura, hay mucha policía en las calles.

El tráfico en Beijing

El trafico si es un poco caótico, pero los chinos se entienden manejando y no manejan muy rápido, es como un desorden ordenado. Pero si hay que poner atención para cruzar las calles, porque incluso si los peatones tienen luz verde, siempre hay unas motos eléctricas que van en cualquier dirección y no respetan los semáforos. Los peatones nunca tienen prioridad, así que hay que mirar para todos lados antes de cruzar, tener en cuenta que los vehículos pueden doblar a la derecha en rojo y que no paran por los peatones y que la masa hace la fuerza, así que es mejor esperar que mucha gente cruce para cruzar con ellos, sobretodo si son locales. Hay que estar siempre pendiente de las motos eléctricas porque no hacen ruido y manejan por cualquier lado, incluyendo las aceras y en contravía, además por las noches no prenden las luces para ahorrar batería. Lo mejor es no hacer movimientos repentinos sin mirar hacia atrás, aunque ellas muchas veces cuando van pasando van tocando la bocina para avisar que vienen. Ya que el trafico no es el ideal, lo mejor siempre es tomar el metro. No tuvimos la necesidad de usar buses ni taxis, el metro siempre nos llevó a todas partes.

La gente en Beijing

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Los chinos en la ciudad son en general muy tranquilos, siempre nos sonreían y aunque no nos entendiéramos, fueron siempre muy amables. En los restaurantes nos atendieron muy bien, nos tenían paciencia cuando intentábamos traducir los nombres de los platos o cuando buscábamos en nuestro traductor las palabras para “agua” o “no picante”. Eso de que siempre se quieren aprovechar del turista no lo vivimos, siempre comprábamos cosas que tenían el precio ya marcado así que no nos podían cobrar más solo por ser occidentales. Habíamos leído mucho sobre las estafas y los scams para llevarte a casas de té y cobrarte mucho dinero por un par de tazas, o variaciones del mismo tipo, pero la verdad es que nunca nos pasó. Nadie se nos acercó para intentar ser nuestros amigos y luego engañarnos. Algunos nos veían y nos preguntaban de donde éramos y ya, sonreían y seguían su camino. La verdad es que nosotros no llamábamos mucho la atención al no ser rubios de ojos azules, alguien con cara de gringo si llama más la atención y les piden más fotos, pero en general la gente parecía buena y muy simpática y no tuvimos experiencias desagradables. Eso de que los chinos son sucios puede ser relativo. La gente que vive en los Hutongs no tiene baño dentro de sus casas y tienen que pagar para bañarse en las duchas publicas, cosa que muchos no hacen todos los días. De hecho nos dijeron que los ancianos se bañan una vez al mes en el invierno y dos veces por semana en el verano… pero la gente que vive en lugares más modernos si tiene baños y se bañan todos los días, al menos eso parece porque no huelen a feo.

Me habían dicho que los niños hacen sus necesidades en las calles, eso no lo vi jamás; que las mujeres no cerraban la puerta para entrar al baño, tampoco me pasó. Lo que si es muy común y un poco incomodo es la forma que tienen de escupir. Por la contaminación del aire parece que siempre tienen vías respiratorias muy congestionadas y para aclararse la garganta hacen gárgaras y escupen la flema todo el tiempo y en todo lugar, ellos dicen que es mejor fuera que dentro del cuerpo…

 La comida en Beijing

Lo que más ansiedad puede generar al visitar China es la comida. En occidente nos dicen que los chinos comen gato, perro, rata, araña etc. y uno llega con miedo de que le sirvan eso en la comida, ¡pero no es así para nada! Lo que mas comen en China es cerdo y pollo. Lo más difícil puede ser encontrar un restaurante que genere confianza y en donde uno pueda entender el menú. Afortunadamente en Beijing, aunque los que atienden los restaurantes no hablan ingles, si tienen menús con los nombres de los platos en ingles, así que uno los señala y ya. Si no tienen los nombres en ingles, entonces puede ser que tengan fotos de los platos, es un poquito más difícil de saber que hay en la foto, pero aprendiendo los caracteres para arroz, fideos, pollo y cerdo se puede entender la base del plato. Lo más importante es siempre escoger un lugar que tenga los precios de los platos bien marcados para no tener sorpresas al final, aunque nunca tuvimos problemas, es mejor prevenir que curar.

China, chinese noodles

La comida en China es muy diferente a la comida china de nuestros países, y además varia por región. Nos sorprendió que el primer día fue difícil encontrar platos con arroz, luego aprendimos que en el norte se produce mas trigo que arroz, y por eso en Beijing es más fácil encontrar platos con fideos (noodles). Lo más común es pedir fideos con pollo o con cerdo y te los sirven en una sopa. No es muy fácil encontrar variedad en verduras ni comer sano, porque en China todo lo cocinan con mucho aceite.

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Hay que tener en cuenta que todas las verduras tienen que venir bien cocidas y las carnes bien cocinadas, para evitar enfermarse, nada de comer verduras crudas. El agua siempre debe ser agua de botella.

En Wangfujing, un mercado en Beijing en donde hay mucha comida callejera si venden bichos raros, pero la verdad parece algo más turístico que autentico. No vimos a ningún chino comiéndose un escorpión y cuando hablamos con un beijines nos dijo que solo algunos ancianos del campo comen esas cosas raras.

Conclusión

Beijing es una ciudad increíble, cómoda, entretenida, llena de historia y fácil de visitar. Nosotros teníamos planeado quedarnos 4 días y alargamos nuestra estancia a una semana, porque nos gustó mucho y teníamos mucho para ver. No hay que creer las cosas malas que uno lee, hay que salir y ver el mundo con los propios ojos. Si uno llega a China con la intención de criticar todo lo que sea diferente, la va a pasar muy mal, pero si uno viene con la mente abierta y con ganas de conocer y disfrutar de una cultura diferente, el viaje va a ser un descubrimiento lleno de sorpresas positivas.

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